
Joaquín
Meana
Sevilla, 1931
S/t
Óleo sobre lienzo
114 x 156 cm
1981
Destacado como pintor, Joaquín Meana a pesar de que su producción en obra gráfica también tiene gran relevancia. Es pionero en la intención de romper con el naturalismo y realismo de la época y favoreció el desarrollo del camino a la abstracción. Se le posiciona estilísticamente junto a Jaime Burguillos.
Aunque estudió derecho como una opción alternativa a la pintura, se marchó a París buscando mejorar su fortuna. Durante su formación pictórica pone especialmente interés en los impresionistas y puntillistas como Renoir, Manet, Signac, Seurat, quienes de alguna forma están presentes en su obra.
Dispone pequeñas pinceladas y puntos de color sobre sus lienzos sin pretensión de encontrar formas figurativas, pero que poco a poco van constituyendo bandas horizontales. Posee una sensibilidad personal y subjetiva que se convierte en su forma personal de entender la pintura.
Sublime y armonioso su obra es una recuperación de lo informal.
La obra que está presente en esta colección, pertenece a 1981, momento en que su carrera comienza a despegar y lo hace con su primera exposición en la galería Juana de Aizpuru, desde la que es adquirida por este Museo.